
Odio que blogspot no me deje copiar y pegar textos foráneos. Ojalá les caiga la maldición de Tuhtankamon encima.
He dicho.



Sobre la niña ejemplar:
Una niña juega con dos muñecas y las regaña para que se queden quietas. Ella también parece una muñeca, por lo linda y buena que es y porque a nadie molesta.
(Del libro Adelante, de J.H. Figueira, que fue texto de enseñanza en las escuelas del Uruguay hasta hace pocos años).
Eduardo Galeano
A vos que te enamoras de todo bicho que vuela o camina: Cuando llega alguien a tu vida y dices ¡es lo que estaba esperando!
El optimista: Inofensivo pero monótono. Siempre con la sonrisa de Ronald McDonald. Argentina pierde el mundial; él, sonriente. El banco, por corralito o corralón, le retiene los ahorros, y él, sonriente. Se le pincha una goma al auto en la ruta 41 partido de Loma hermosa (que de hermosa solo tiene el nombre); y él, cómo era de espertar, ¡está sonriente! No se sabe si él está más allá, superado, si es prototipo del superhombre Nietzscheano, o si realmente es un Muppet de sonrisa inamobible. Y ojo al piojo, este hombre, debido a su inofensividad, puede llegar a resultar peligroso. ¿Cómo? Y…es capaz de desatar la violencia que como buena samaritana una guarda bajo el tapete o deja en la puerta de la clase de yoga. Este hombre, obviamente, que los hay los hay, hace saltar la térmica y, aún peor, nos obliga a reprimir la ira. Una realmente no puede enfurecerse con un simple y simpaticón optimista. Muy interna-y oculta-mente deseamos que fuera el típico-hombre-basura, al menos para tener un pretexto de queja. Paradójicamente, él es todo lo contrario. Entonces, vale preguntar, ¿es posible que las mujeres a lo largo de los años hayamos incorporado un “chip” que solo nos permite buscar hombres que sabemos (sobre la base fáctica de su prontuario) que nos van a lastimar?; ¿será que lo hacemos porque de antemano nos figuramos una posible ruptura, de modo que podríamos fácilmente excusarnos sobre la base de sus ya conocidas y “reprochables” características?; O, ¿será que Holly(bolly)wood nos lavó de tal manera el cerebro que nos acostumbramos a sufrir y a incorporar la absurda idea de que con llanto de por medio las relaciones son más interesantes? En fin, ¿habremos hecho al melodrama parte de nuestras vidas? Estas preguntas llevan, inevitablemente, a vislumbrar el famoso síndrome de la gataflora. Ya nada nos llena y al sentirnos vacías en lo que encontramos, nos remitimos a encontrar aquello que nos lastima como manera de justificación del hecho de que luego cuando encontramos algo que nos place, no lo podemos manejar. Y ahí, ¡zás! El gran comodín utilizado como excusa es: tuve malas experiencias con los hombres, me lastimaron mucho. Y claro mujer, si vos misma inclinaste y extendiste la relación hacia ese sufrimiento y finalmente cuando apareció aquel hombre que valió la pena, te pusiste las botas de la gataflora y otra vez, the show must go on, encarnaste su papel a la perfección. ¿Qué tiene que ver esto con el optimista? Que tal vez tengamos que aprender un poco (¡solo un poco!) de él, dejar el drama a un costado y darle luz verde a las causas y azares. Apreder de un ser no es un aliciente para relacionarnos con él, simplemente podemos ser espectadores conformando una cuarta pared. Ah, sí, y, ¿el raid de la gataflora? Amor Fati, es decir, la complacencia con las decisiones que uno mismo tomó. A veces, todo no se puede. Y se corre con una ventaja, porque...¿más sabio que uno para elegir sobre la propia vida, quién?
Carrie: Toto, I don't think we're in single-digits anymore.
*Charlotte: I am so confused. Is he gay or is he straight?
Carrie: Well, it's not that simple anymore. The real question is, is he a straight gay man or is he a gay straight man?
Carrie
*Carrie: So are you saying there's no way you'd go out with a guy who lived with his family
Samantha: Well... maybe Prince William.
*Carrie: I've spent $40,000 on shoes and I have no place to live? I will literally be the old woman who lived in her shoes.
*Carrie: When did being alone become the modern-day equivalent of being a leper? Will Manhattan restaurants soon be divided up into sections, smoking/non-smoking, single/non-single?
El metrosexual: Hombre inofensivo en vías a una relación no duradera. Este es tipo de hombre que se se mira en los espejos de las vidrieras, tarda una hora en el baño emperifollándose y hasta osa depilarse (¡a veces la depiladora en dónde vos lo hacés!). ¿Cómo se desarrolla en el tiempo un vínculo que con una persona que tiene el espíritu de una Baby Malibú y que lleva en su kit-personal la pincita de depilar, la crema hidratante y si pudiera, seguramente, el secador de pelo?; ¿soportamos las mujeres tener una relación con un supuesto macho viril que se cuida más que nosotras?; ¿será que tenemos tan internalizado es so-called rol femenino que no concuerda con nuestro atractivo intuitivo ver a un hombre desplegando este tipo de metro-actividades?; ¿somos nosotras quienes autocumplimos la profecía del segundo sexo, tal vez, adoptando como natural el papel de la feminidad? Cuidado, acá es donde Susanita resurge de las cenizas y cautelosamente taladra tímpanos con ideas que adoptamos como natas…pero que en realidad, ¿no fueron establecidas por la sociedad? Desde los tiempos de Lucy, pero establecidas por la sociedad, al fin. Por eso mismo, éste es un hombre inofensivo. Él no molesta para nada, solo le gusta cuidarse. Entonces, ¿somos nosotras las que nos cerramos ante un hombre distinto, sin necesariamente ser éste un calificativo negativo? Tal vez el metrosexual roce los límites del narcisismo, tal vez no. Tal vez el metrosexual valga la pena el intento tal vez, no. Tal vez nos preocupamos demasiado por los pre-conceptos sociales, tal vez sí, seguramente.Tenga cuidado, Susanita acecha.

El depresivo: Dura lo que un rollo de papel higiénico en baño público. Hay que admitir que primero nos engaña, seguramente, con algún discursito emo. Entonces pensamos que nos ganamos la lotería por haber encontrado a alguién que sabe desarrollar empatía y sensibilidad, que realmente tiene sentimientos profundos. Epa, a no equivocarse. Todo esto es un preámbulo, en una semana, el hombre sensible, con sangre en las venas y de corte profundo pasará a ser el hombre sensible que se quiere cortar las venas con un corte profundo (y encima mancharte la alfombra). Insoportable, perseguido y con mil y un complejos de inferioridad. Básicamente no se lo tolera más de 20 minutos reloj. Ah, y obviamente el Apocalipsis llega cuando vamos al cine a ver una película romántica con el susodicho. Demás está decir que llora en los avances, llora durante y llora después. Se acuerda de todas las mujeres que lo maltrataron. Martita, la que se comió su plastilina en el jardín de infantes; Anita, quién lo rechazó durante toda la primaria; y Doña Rosa, su vieja, quién no lo amamantó de bebé. Te cuenta las historias una y otra vez, te pide consejos; que, obviamente, no le podés dar porque no escuchás ni sola una palabra de lo que dice. Y finalmente, después de que este energúmeno te chupa el alma y la paciencia, te decis a vos misma: ¡te juro que no soy yo, sos vos!